HORAS JOÁNICAS - MATEO 25:1-13 - DECIEMBRE 1995 [Las "horas joánicas" son propuestas para sostener la bùsqueda de Dios en el silencio y la oración. Se trata de dedicar dos o tres horas para leer en silencio los textos bíblicos que se sugieren y que van acompañados de un breve comentario y algunas preguntas. Más tarde, reunidos en pequeños grupos en casa de uno de los participantes, se comparte brevemente lo que cada uno cree haber descubierto, pudiendo eventualmente finalizar el encuentro con un tiempo de oración.] Cuando Jesùs comienza en Caná de Galilea a "manifestar su gloria", asiste a una boda y hace lo necesario para que la fiesta no se termine por falta de vino (Jn 2). Antes que él, los profetas habían anunciado la "alegría del esposo" que Dios sentirá por su querido pueblo (cf. Is 62.5). Jesùs también compara el tiempo del encuentro con Dios a una boda para decir que Dios desea amar y que conduce a su alegría quienes le aman. La historia de las diez jóvenes invitadas al banquete de bodas se inscribe en esa línea: la vida cristiana significa ir al encuentro del Amado (del "esposo", dice la parábola en Mt 25.1). La salida de las jóvenes con sus lámparas podría ser una imagen del impulso de los primeros cristianos en su espera de la alegría del Reino que ya llega. Después, el tiempo resulta largo: "el esposo tarda en llegar" (v. 5). El mundo no cambia, la fiesta que debería consolar a los afligidos y restablecerles en su dignidad de víctimas de las injusticias parece lejano. La espera, alegre al comienzo, resulta pesada. Las diez jóvenes se duermen, al igual que los discípulos cuando, invitados a velar, se duermen de tristeza (Lc 22.45). Las lámparas que las jóvenes han encendido evocan la oración. Hoy en día, las luces delante de los iconos o sobre el altar perpetùan la costumbre de los primeros cristianos cuando sus celebraciones duraban "hasta media noche, había abundantes lámparas en la sala donde estábamos reunidos" (Hch 20.7-8). ¿Cuál es el aceite que consumen las lámparas? Las cinco jóvenes que tienen reservas no pueden compartirlas con las demás. Sin pretender dar una respuesta definitiva, no nos equivocaremos al pensar en el Espíritu Santo. El continùa velando y orando en nosotros, incluso cuando nos quedamos dormidos. Quien espera con amor puede decir: "Durmiendo yo, mi corazón velaba" (Cant 5.2). Sin embargo nadie puede ocupar el lugar del otro para habituar su corazón a la intimidad con el Espíritu Santo. ¿Qué espero de mi vida? ¿Hacia dónde quisiera ir? ¿De qué manera la oración, a solas o con otros, puede sostener la espera de una intervención de Dios? ¿Cómo estar preparado a un encuentro con Dios en todo momento? "Johannine Hours" - 12/95 - ©71250 Taizé-Community, France. taize@cpe.ipl.fr ------------------------------------------------------ file: /pub/resources/text/taize/espanola: jhs-9512.txt .